El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha pronunciado un discurso muy duro en la mini cumbre sobre el cambio climático organizado en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, a finales de septiembre. Ha afirmado que la humanidad ha abierto las puertas del infierno al no actuar con suficiente urgencia y ambición para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Ha advertido que el planeta se enfrenta a una catástrofe irreversible si no se toman medidas drásticas e inmediatas para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados. Ha instado a los líderes mundiales a escuchar la voz de la ciencia y de la sociedad civil, y a comprometerse con una acción climática más audaz y solidaria.
«La era del calentamiento global ha terminado; ha llegado la era de la ebullición global», dijo Guterres recientemente, antes de comentar: «El aire es irrespirable, el calor es insoportable, y el nivel de ganancias que se obtiene de los combustibles fósiles y la inacción climática son inaceptables. Los líderes deben liderar. No más vacilaciones. No más excusas. No más esperar a que otros actúen primero. Sencillamente, ya no hay tiempo para eso».
Una cifra que ya se sabe que no se cumplirá con las medidas puestas en marcha en los últimos años. La temperatura del planeta se encamina irremediablemente hacia los 2,8 grados, apuntaba Guterres. «Es un mundo caluroso y horrendo», advirtió.
Somos la especie dominante, pero la Tierra y su clima deciden cuánto tiempo podremos seguir viviendo en este planeta.
El crecimiento económico y la protección del medio ambiente no son compatibles.
Vivimos en la Tierra como si tuviéramos otra a la que ir.
La tierra agoniza… La tierra agoniza… La tierra agoniza…
La tierra agonizó.